¿Se puede ser feliz?

Cómo lograr verdadera felicidad.

¿Una ilusión inalcanzable?

La cultura moderna insiste en que la felicidad es solo cuestión de momentos, situaciones específicas o sentimientos puntuales que podemos experimentar
pero que no van a ir más allá de ese breve período de tiempo que suelen durar. Ya no se busca ser feliz por una vida entera, sino que se nos anima a
conformarnos con disfrutar de esos momentos que pueden aparecer aquí o allá.

Sin embargo es posible que estemos muy alejados del concepto correcto de felicidad. La experiencia nos muestra que luego de esos “momentos felices”
aparece una sensación de vacío, de desánimo, de cierta depresión que contrasta ampliamente con lo antes vivido, una sensación que puede ser larga y duradera, y que pone de manifiesto claramente que aquello que acaba de pasar, y que además parece escaparnos de las manos, siendo incapaces de retenerlo, no puede ser la felicidad verdadera. Esto nos llevará indudablemente a la búsqueda de más y más momentos de éxtasis. Y así, como consecuencia, experimentar más y más estados de desánimo posteriores.

Es evidente entonces que esa no puede ser la felicidad. Por lo menos no la felicidad que nos cuentan tantos personajes de la historia pasada, ni la que
nuestra alma busca con ansias y nunca puede conseguir. Nuestro corazón clama a gritos: ¡tiene que haber algo más! Entonces ¿por qué conformarnos con tan poco? ¿por qué rendirnos y dejar de pelear por aquello que tanto deseamos?

La mayoría deja de intentarlo cuando se da cuenta que ninguno de los caminos que conoce puede llevarlo hasta la tan ansiada felicidad. Otros solo se dejan aconsejar por aquellos que les cuentan que no hay camino que pueda alcanzar tan anhelado objetivo. Así nos abandonamos a la idea
simplista y cobarde de que no vale la pena el esfuerzo, de que el concepto de felicidad es algo añoso y pasado de moda, algo que buscaron las generaciones anteriores y nunca consiguieron. De esta forma nos uniremos a la gran manada de frustrados que solo buscan encontrar esos momentos de clímax que desde ahora llamarán “felicidad” y se conforman con experimentarlos y luego sufrir el desánimo que nos deja cuando esos
momentos placenteros nos abandonan.

¡Pero ese no es el final de la historia!

Hay miles y miles de personas a lo largo de la historia de la humanidad que dan testimonio de que han podido alcanzar la felicidad verdadera, y que ésta resulta ser todo aquello que siempre anhelamos, felicidad permanente y
duradera. Entonces ¿por qué no nos dedicamos a escuchar a aquellos que nos cuentan su propia experiencia?
Lo cierto es que hace muchos años Aristóteles decía que la felicidad consiste en vivir toda la vida en el cumplimiento de tu esencia propia.
La clave entonces, es entender y conocer el propósito por el cual existimos y mantenernos en él durante toda nuestra vida. Y solo Aquél que nos creó puede mostrarnos ese propósito.
Fuimos perfectamente diseñados por un Dios de Amor eterno que quiso compartir su eterna alegría con seres creados a su imagen. El Dios Creador vive en un eterno estado de felicidad y quiso, en su inmensa sabiduría y perfección, compartir con la humanidad, entre otras muchas virtudes, ese
estado de felicidad. Así es que fuimos diseñados para ser satisfechos por la verdadera alegría. Y el vacío interno que sentimos, junto con la intensa
necesidad de encontrarla, es clara evidencia de que esto es verdad.

Entonces ¿cómo llegamos a este estado?

Si fuimos diseñados con tanta perfección ¿qué fue lo que nos pasó?
Hace muchos años y generaciones hemos decidido como raza humana dejar de lado a nuestro Creador, le hemos dado la espalda haciéndonos nuestros
propios dueños y rectores de pensamiento y conducta. Los resultados de esta postura son más que claros en la realidad moderna: egoísmo, individualismo, daño a otros seres humanos, incapacidad de amar sinceramente y de hacerlo de forma sostenida en el tiempo, depravación interna llegando a hacer cosas de las cuales nos avergonzaríamos profundamente si fueran expuestas. Nos hemos llenado de soledad, sufrimiento, depresión, hemos perdido el interés en el futuro y nos hemos dedicado a disfrutar el momento ya que entendemos que nada nos asegura que mañana podremos estar bien como para poder seguir disfrutando. Nuestra apreciación de la realidad se ha vuelto del todo pesimista.

Pero afortunadamente las cosas no quedaron así. El mismo Dios que nos creó y nos diseñó con una extrema perfección, Aquél que ideó nuestros más profundos mecanismos de entendimiento y emociones, quien nos pensó como una gran comunidad de seres humanos capaces de alcanzar logros impensados es el mismo que no nos dejó abandonados a nuestras propias necedades y rebeldías. Al vernos perdidos, inútiles, llenos de malos deseos e incapaces de salir de la cárcel de la depresión y la amargura, se ofreció a sí mismo para pagar nuestro rescate.

Solo Dios podía arreglar todo lo que destruimos con nuestra actitud soberbia e infantil. Y lo hizo a través de enviar a su Hijo Jesús , el Dios hecho
hombre, quien fue el que pagó la deuda que teníamos con Dios por habernos rebelado. Así es como hoy llama a todo hombre en todo lugar a que se arrepienta de su vida independentista y rebelde y a que se vuelva en arrepentimiento a su Creador y ahora también Salvador y Señor. De esta forma podremos abrir nuestros ojos por primera vez y así comprender todas las cosas. La verdad que te estamos compartiendo es la única que explica todo lo que existe y todo lo que nos ocurre como personas. El testimonio de nuestras propias vidas cambiadas, al volvernos a nuestro Creador, son evidencia de que es real y que existe una nueva vida posible centrada en la verdad y realidad última de todo.

Por eso queremos invitarte a que reflexiones en todo lo dicho y a que vuelvas a hacerte las preguntas correctas buscando con sinceridad las respuestas correctas.

Te invitamos a que te pongas en contacto para acercarte a nuestras reuniones y conversar de manera personal.

 

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